La impresión en 3D ha recibido una gran acogida en el mundo del automóvil. Los fabricantes de bajo volumen, como puedan ser Koenigsegg o Bugatti, utilizan esta técnica para fabricar resistentes piezas a medida, como los mejores frenos del mundo; al tiempo que otras compañías como HRE las emplean para que los intrincados diseños de llantas cobren vida.

Incluso hay algunos departamentos de vehículos clásicos como el de Porsche que imprimen extrañas piezas de restauración en 3D. Sea cual sea su objetivo, es una técnica que se ha puesto de moda por la elevada calidad, resistencia y posibilidades que ofrece. Claro ejemplo de ello es el motor de 1.000 CV para el Toyota Supra A90 que creó recientemente el especialista del mercado de accesorios del automóvil Stephan Papadakis.

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